domingo, 10 de mayo de 2015

Audiencia IV - 8 de mayo de 2015



Alegatos

Fiscalía


Hemos recogido múltiples, serios y variados elementos para conformar la prueba que acredita la tortura a Luciano Arruga. El 22 de septiembre de 2008, entre las 11 y las 19:40, en el interior del destacamento de Lomas del Mirador, Luciano Nahuel Arruga, sospechado o presumido de haber cometido un ilícito, fue torturado física y psíquicamente. Física, mediante una brutal golpiza; y psíquica, mediante amenazas e intimidaciones: “sos un negro villero”, “negro rastrero”, “te vamos a mandar donde están los violines”. También le escupieron un sándwich y lo obligaron a comerlo.



La brutalidad, también, es el contexto: Luciano Arruga era menor, estaba incomunicado, esposado durante un período y en una cocina. Son responsables el imputado Julio Diego Torales junto a otros dos no identificados, por eso nos opusimos a que los presuntos sospechados presentaran declaración.



El “actor principal” de este episodio es Luciano Arruga, que nos marcó el camino hacia la verdad, que tuvo que vencer miedos y hasta su propia muerte para llegar aquí. Nos habló, incluso, a través de su madre, que no mostró ningún vestigio de odio, amenazas ni enemistad. Su madre llegó aquel día y preguntó qué pasaba, y hasta Torales declaró que fue muy respetuosa. Pretender, hoy, endilgarle a Luciano Arruga un ilícito es una cobardía y una canallada.



Su madre nos dijo que esperó inquieta hasta la llegada de Vanesa. Vanesa es otra voz a través de la que Luciano pudo manifestarse. Luciano le clama, le grita, le ruega: “Vane, sacame de acá que me están matando a golpes”. Hay que aclarar que Vanesa y Mónica no han tenido una sola contradicción en su discurso.



La madre, estoica, fue a buscar su partida de nacimiento. Sin dinero, sin medios, de zona oeste a zona sur, de Lomas del Mirador a Puente La Noria. A la vuelta, Mónica escuchó cómo le decían: “vos sos un chorro delincuente”. Cuando salen, ella no sólo ve un traumatismo y un cojeo, sino a un joven sumamente condolido.



Él pudo contar cómo le “gargajearon” un sándwich, y no hace falta explicar la diferencia entre gargajear y salivar. La madre, además, recordó que él dijo que mientras uno lo sostenía, Torales le pegaba. Vanesa no recordó bien esa secuencia, pero Mónica sí. Voy a usar un término de la hermana: la crueldad. La crueldad empleada por ellos no sólo produjo esos dolores que acreditaron la hermana, la madre y su amigo.



El médico que lo recibió expresó que los golpes que tenía se produjeron por un elemento contundente. Les voy a decir qué es un “elemento contundente”: un puño. La tortura es tortura, dice el tribunal internacional. No hay ningún motivo para justificarla. Nos vuelve a hablar Luciano a través de Rocío Gallegos, que escuchó cuando al día siguiente Vanesa hablaba por teléfono con Torales y le recriminaba que a Luciano le habían robado $20, que le escupieron un sándwich y lo amenazaron con violarlo.



Si bien Torales en su declaración intentó desligarse de los hechos, reconoce algunas circunstancias que acreditan lo que dice la fiscalía:

a) Luciano Arruga estuvo detenido ese día

b) Le gritó a su hermana

c) Estuvo en la cocina

d) Primero llegó la mamá y después la hermana



Además, Luciano nos habló a través de su cuerpo, dejó las improntas del dolor y el traumatismo. No sólo dolía su cuerpo, sino su alma, por eso fue caminando al Policlínico de San Justo sin tener un solo peso. Luciano cambió su comportamiento, dejó de ser alegre y pasó a ser callado y entristecido.



La tortura es un grave dolor físico y psicológico: ¿se puede decir que eso no está acreditado? El hecho encuadra absolutamente en el delito de torturas, ni a un miembro del ISIS se le puede hacer lo que se le hizo a él: no importa qué haya hecho. Además, es un joven del que no se sabe que haya hecho nada, y lo dice la constitución, no nosotros.



Voy a mencionar como atenuante la falta de condenas previas y como agravantes el hecho de que fuera menor, que lo sujetaban mientras le pegaban y que eran tres contra uno. Pedimos una pena de diez años de prisión para Julio Diego Torales, más la inhabilitación absoluta perpetua para ejercer como funcionario público.



Luciano nos vuelve a hablar, a mí y a ustedes, pidiendo justicia.






Querella

Juan Manuel Combi


Por la gravedad del caso, pedimos que comprendan la extensión de este alegato.



Señores jueces: hemos llegado hasta aquí con un poder. No es un poder oculto, es el poder de la verdad y la justicia. De los testimonios que Luciano Arruga nos dejó en vida, y de su valiente hermana y su madre. Señores jueces: se encuentra acreditado que el 22 de septiembre de 2008, en un procedimiento con dudosas legitimidad y legalidad, Luciano Arruga fue detenido y llevado al destacamento de Lomas del Mirador y recibido por Julio Diego Torales.



Torales lo golpeó con dos uniformados más, lo agredió, lo humilló, lo amenazó: “te vamos a llevar a la Octava con los violines”, “callate, negrito, porque si no volvés adentro”. Le escupieron un sándwich, también. Tenemos bien claro que sucedió ese día, la detención fue de dudosa legalidad y el señor Torales lo supo siempre. El señor Olmos lo dijo:

a) Fue sin testigos “porque es una villa”

b) Requisaron a un niño de 16 años

c) La forma en que se lo encontró: a eso de las 9 ocurrió el robo, a Luciano lo encontraron a metros de su casa y a siete cuadras del hecho, más de una hora después.

d) No se les informó absolutamente nada a Vanesa Orieta ni a Mónica Alegre.



No tuvo ninguna garantía. Un niño de 16 años.



Luego del traslado, alrededor de las 12:30 lo atendió la doctora del cuerpo médico, aunque su acta dice, irregularmente, 13:36. Dice, también, que no tenía lesiones y lo ratifica en su declaración. La doctora explicó cómo es el procedimiento: se observa con unas “luces blancas” y sólo se hace tacto si se nota alguna lesión. La doctora Fontela Vidal no encontró nada. Esto fue inmediatamente antes de ir al destacamento, según las actas. Cuando Luciano llega al destacamento, sin instalaciones. Está, además, prohibido alejar niños en destacamentos y comisarías, lo dicen resoluciones del Ministerio de Seguridad, lo dice el Comité Contra la Tortura de la ONU e infinidad de fallos.



Se encuentra acreditado que estaba en la cocina, y lo reconoció el propio imputado. Torales tenía poder de hecho sobre Luciano, Olmos declaró que se lo entregó a él. La señora Chapero, por otra parte, es pasible de imputación penal, por lo que sus dichos están dentro de su derecho a mentir para no autoincriminarse. Torales también sabía que Luciano era menor, Fontela lo describió en el parte médico y se lo manifestaron su madre y su hermana, pero eso no le importó y no tomó ningún recaudo especial. Lo reconoció el propio imputado.



Luciano Nahuel Arruga estuvo nueve horas en esa cocina, se acredita que entró alrededor de las 11 y que salió a las 19:35. El relato de Mónica fue clarísimo, el niño estaba incomunicado. Vanesa también lo expresó, no dieron ningún argumento. Incluso el señor Torales declaró que escuchaba gritos, y tan solo los gritos ameritaban su intervención, pero no intervino. Chapero también confirmó dónde estaba Luciano: en una cocina. Vanesa exigió reiteradamente verlo, nunca se le permitió.

El oficial se contradijo acerca de quiénes estaban y no dejaron constancia absolutamente de nada.



Clandestinidad.



En esa cocina estuvo Luciano Nahuel Arruga.

En esa cocina golpearon a Luciano Nahuel Arruga.

En esa cocina humillaron a Luciano Nahuel Arruga.



Todo esto está plenamente acreditado por los testimonio de Vanesa, Mónica, Rocío (amiga de Vanesa) y Gabriel (amigo de Luciano). Mónica cuenta que Torales le decía: “¿quién te pegó?”, y que Luciano respondió: “¡vos me pegaste!”.



Otra parte del elemento probatorio se configura con el testimonio del doctor González, que lo atendió en el Policlínico. Acredita el traumatismo en la región frontal y pómulo izquierdo con dos o tres horas de data. La única que no lo vio fue Fontela Vidal, tal vez porque Luciano no presentaba lesiones antes de entrar al destacamento, porque fueron producidas en el destacamento de Lomas del Mirador.



La defensa, incluso, preguntó si un cachetazo puede provocar la lesión asentada por González. González respondió: “tiene que ser un cachetazo como muy fuerte, si no, pared o puño”.



Los testimonios también acreditan amenazas, humillaciones, destratos y verdugueo. Amenazas, incluso, a la integridad sexual. Todo esto le generó secuelas, también acreditadas. Miedo: le pidió a Mónica que cuide a sus hermanitos, que cuando se vaya le ponga una camiseta de River. Eso, señores jueces, es miedo a la muerte, pero es el miedo a la muerte de un niño.



Vanesa volvió aquel día y lo llevó al Policlínico, eso demuestra valentía ¿Qué hubiese pasado si no lo hacía? No tendríamos la prueba prinipal. Rocío Gallegos también habló del comportamiento de Luciano, él le contó que la policía no lo dejaba circular por la calle de su casa. Lo dijo Gabriel: ya no quería ir a la plaza.



¿Qué es, para un niño de 16 años, estar nueve horas en cautiverio, con su mamá y su hermana ahí, escuchándolas sin poder verlas?



No existen dudas de que Torales torturó a Luciano.



Hay que aclarar que el testimonio de Vanesa y Mónica es verosímil, coherente y concordante. Recordemos que ellas buscaron a Luciano durante casi seis años y que en sus discursos no hay odio, venganza ni ensañamiento. Sus testimonios, hay que decirlo, alegan por sí mismos. No podemos decir lo mismo de los policías, que cuentan recuerdos que no recuerdan, no-recuerdos que recuerdan… Con la salvedad, además, de que Chapero es sospechosa.



Luciano estaba en un lugar de plena clandestinidad. La conclusión, señores jueces, es que Julio Diego Torales es co-autor (con otros dos, al menos) de los hechos que aquí se juzgan.




Maximiliano Medina

El hecho que consideramos probado, tipificado como torturas, es un delito especial. En primer lugar, sólo puede ser cometido por funcionarios públicos o con su complicidad. En segundo lugar, se perpetra contra detenidos legales o ilegales. En tercer lugar, debe haber poder de hecho sobre la víctima.



La pregunta es: ¿Los sufrimientos físicos y psíquicos padecidos por Luciano Arruga revisten la gravedad para ser calificados como torturas? Sí. La respuesta es sí. Fue detenido en circunstancias de dudosa legalidad, en un destacamento sin instalaciones, en una cocina, incomunicado prolongada e ininterrumpidamente. Fue mantenido absolutamente a merced del imputado. El contexto le provocó intensa angustia, incertidumbre, espera, sufrió la crueldad e incrementó paulatinamente su temor.



Las agresiones físicas aplicadas contra un indefenso en situación de privación ilegítima de la libertad agravan y extreman las condiciones de vulnerabilidad.



Le quebraron la vida, dijo Vanesa Orieta.



No olvidemos que fue golpeado en el rostro, con la intención de dejarlo marcado como un signo avergonzante. Los elementos psíquicos más contundentes fueron las amenazas contra la integridad sexual. Y así se le provocó una angustia psíquica y moral. La amenaza de sufrir una grave lesión física, señores, constituye la tortura.



Su situación fue de absoluta humillación: menoscavaron su dignidad, abatieron su orgullo, hirieron su amor propio y le provocaron sumisión. Le quebraron la vida. Luciano fue expuesto a una situación límite.

Las condiciones sociales lo vulnerabilizaban: su condición de niño, la pobreza, el trabajo precario. Luciano tenía la etiqueta de pibe chorro, de delincuente, de negro. Y el imputado se lo dijo.



Cualquier tipo de discriminación genera un ambiente en el que sea más fácil perpetrar la tortura, lo dice la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La tortura, señores, se nutre de la discriminación. Negro, rastrero, delincuente, todo eso le dijeron, y lo deshumanizaron. En palabras de Vanesa, le quebraron la vida.



¿Por qué no lo denunció? Hay que volver al barrio después de denunciar a un policía por torturas. Aún más cuando no se sostiene la ilusión de obtener justicia. Luciano sufrió incertidumbre por no saber, sufrió angustia e indefensión por el encierro, sufrió dolor físico y psíquico por la tortura, sufrió bronca y desesperación por la impunidad, sufrió irritabilidad y pérdida de ánimo como secuela, sufrió el silencio, el enojo, el llanto, la depresión, la tristeza, la inseguridad y el miedo.



Buscó refugio fuera del barrio y lo dijo Rocío. Dos semanas después de la detención, tenía miedo de transitar la cuadra de su casa.



Señores, hay que tener miedo de transitar la cuadra de la casa de uno.




Consideramos que el señor Torales es co-autor del delito de torturas. Identificamos como agravantes a la pluralidad de intervinientes, el aprovechamiento del cargo, la absoluta desaprensión, el mayor rango de Torales como responsable a cargo, la incomunicación prolongada a la que Luciano fue sometido y la extensión del daño causado en el tiempo. Identificamos como atenuante que el imputado no tiene antecedentes penales.



Pedimos la condena a 16 años de prisión y la inhabilitación absoluta perpetua para ejercer como funcionario público.



Reiteramos que este caso constituye una grave violación a los derechos humanos.





Defensa



Jordanes


Señores, un problema del que se habla es la cantidad de tiempo. Pero, ¿por qué? No tenía documentos. La familia se presentó sin la documentación que acreditara la identidad de Luciano ni el vínculo con su madre ¿Torales tiene la culpa de que Arruga se movilice sin DNI? No. No es un papelito. Hasta para entrar a un juicio se requiere el DNI, yo como abogado lo tengo que presentar para pedir un expediente. Las formalidades, señores, se respetan.



La mamá de Luciano Arruga no pudo hacer ir a ningún familiar y tuvo que ir ella a buscar la documentación. Es imposible que se le dé un menor a una persona que viene y dice “soy su mamá”, “soy su hermana”. Mucho menos si el menor está imputado de un delito.

Arruga supuestamente fue violentado, golpeado, “me están matando a palos”. Las esposas son de acero, ¿y las marcas? Fue a hacerse ver por un doctor que no conocía a Torales, y él declaró que si se sufre una golpiza no quedan marcas. Dijo que no. Su compañero lo corrige. Quiero decir, dijo que sí. Además, informó que las lesiones de Arruga pudieron producirse hasta diez minutos antes de que lo atendiera.



Apud mintió, Arruga no tenía marcas negras en la espalda, por lo que el médico dijo. El colmo de las acusaciones: el sándwich con “gargajos” ¿Luciano Arruga no se hacía respetar, según dijeron? Era un muchacho con calle, no iba a comer un sándwich escupido bajo amenaza de que le iban a pegar. Otra mentira que Diego Torales tiene que sufrir. Por lo que se acreditó, no hay nada. Vanesa no escuchó cómo le pegaban, sino que Luciano dijo: “me están matando a golpes”. Vanesa y Mónica son mujeres fuertes, de carácter, no se les pasa por arriba así nomás. Si tu hermano está pasando el peor momento de su vida, no te vas a trabajar como si nada. Una hermana, con el carácter que tiene, no lo hubiera abandonado, no me podés decir eso. La madre también, cree que está sufriendo los peores delitos ¿y no consigue que ningún familiar le traiga la partida de nacimiento?



Del Policlínico se vuelve caminando y, según Vanesa, riéndose. Por sentido común, señores, vuelve riéndose de que supuestamente Torales le robó $20. Es inexplicable el suceso de mentiras que hacen que Diego Torales esté detenido. Una sucesión de mentiras que hace que Torales no pueda contestarle a su hija por qué no vuelve a su casa.



Grimberg
No encontramos congruencia en la acción (golpiza) con el resultado ni con el comportamiento de los supuestos autores. Han mentido sistemáticamente, han mentido todos. No se interpreta cuál es el estigma, el sometimiento del niño Arruga, que estuvo en la cocina y hasta pudo ir al baño y sacar una remera que no le correspondía. Incluso, antes de irse, retira un teléfono al señor Torales supuestamente porque tiene bronca y se lo quiere revolear.



Aquí no se vislumbra ningún tipo de sometimiento.



El cambio de actitud no se ha notado en los hechos, el testimonio de Vanesa fue contradictorio. Ella dijo que Arruga se retrajo a su casa pero después dijo que un funcionario policial le puso un arma en el pecho. O entraron a la casa o fue en la calle. Obviamente fue en la calle.



Cito tanto a Vanesa como a Rocío, que dicen que al día siguiente Orieta se comunica con el señor Torales. Tal conversación es absolutamente falsa. Torales no tenía servicio al otro día.



Los familiares de Luciano Arruga no estaban desamparados, Vanesa Orieta tenía un novio abogado. Sin embargo, ella elige irse a trabajar y Mónica Alegre a buscar un papel administrativo cuando supuestamente lo estaban golpeando.



Esto es grosero, no tiene sentido común, esto es falaz, absolutamente falaz. No se entiende qué dan por acreditado, sus lesiones son vistas por un médico cinco horas después de que sale de la comisaría. Pudieron ocurrir después de que se fue. Apud lo ve con dolores en el tobillo y marcas en el cuerpo. El doctor ve un traumatismo, no lo que Apud describe. Y no se sabe si fue antes, durante o después. Para nosotros ha sido después.



Aquí se juzga una tortura que evidentemente nunca existió.



Arruga es un chico que ha sido una víctima social y de un Estado ausente



Mi cliente es una víctima procesal.



Mi cliente no es Videla, no es Pinochet, no es Milani. Si fuese Milani, el CELS no estaría defendiendo a los Arruga.



La señora Chapero dice que su relación con el chico fue tranquila y amable, el único problema fue que la hermana gritaba. El chico no actuó como si estuviera sometido, si hubiera sido así no hubiera intentado llevarse un celular y una remera. La propia madre dice que forcejeó con él para que no revolee el celular.



Esto es un exceso de palabras sin consistencia alguna. Dicen que Luciano marcó un camino, sí, debemos preguntarnos como sociedad si está bien que un chico tenga el nivel de vida que tenía él. Pero lo único marcado es un traumatismo. Consideramos que quieren condenar al señor Torales solamente por ser oficial de la policía.



Aparentemente el chico no cambió de actitud, no le dejaron un estigma, eso no se notaba en su comportamiento. El ámbito social del que venía era marcado, claro…



Hay una organización que tiene un gusto especial por condenar a un inocente, es extraño. El señor Torales tiene familia, padres.



Nosotros vamos a pedir la absolución.



Y vamos a considerar que hubo falso testimonio del señor Gabriel Apud y la señora Vanesa Orieta.




Orieta mintió, tenía asesoramiento jurídico y lo tuvo después, cuando fue a buscar a su hermano desaparecido. Además, ella dijo que habló por teléfono con Torales, quien no estaba de servicio. Además, en el ambiental, Alegre dice que tiene baño, pero Orieta declaró que no tenía.



Apud mintió al hablar sobre las lesiones del muchacho, los moretones y el cojeo.



Nunca estuvo detenido, por otra parte, estuvo aprehendido.





Fiscalía responde



Sostengo que tratar de juzgar a Luciano Arruga aquí es una canallada y hasta cobarde. Nos marcó el camino, dejó vestigios, huellas y testimonios.



Replico el falso testimonio: no hubo ¿Le pedimos rigorismos gramaticales a chicos? Apud señaló con claridad que las marcas se vieron al otro día. Vanesa contó lo que vio ella y se condice con lo que dijo Torales. Se quiere acusar a Vanesa de mentir diciendo que era pobre, ¿en qué la perjudica o beneficia eso? Por otra parte, ella se encargó de aclarar que su ex pareja no estaba ni matriculado, no podía ejercer y no tenía ninguna experiencia: “él de esto no entendía nada”.





Querella responde



Juan Manuel Combi

Sólo voy a aclarar que el estado de bronca de Luciano Arruga fue relatado por Maximiliano Medina, y por eso tomó un teléfono para revoleárselo a Torales.



Estos organismos de derechos humanos dependemos de la verdad y de la justicia: no nos calumnien.





Defensa



Pasaron siete años de la muerte de Arruga y sólo tienen a Torales y lo quieren condenar



Julio Diego Torales



Hace dos años y siete meses estoy preso injustamente y mis hijas y mi familia me están esperando. Gracias.




El viernes 15 de mayo desde las 11, Familiares y amigos de Luciano Arruga convocamos a Almafuerte y Mendoza (San Justo, La Matanza) a presenciar la sentencia.

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